Monday, May 25, 2020

Repetición (Ensayo)

¿Crees en los viajes en el tiempo? Este ha sido un tema relacionado solo a la ciencia ficción; y la gente cree en eso, lo mismo que cree en Marty Mcfly y en el DeLorean. “Estaría padre”, dirá alguien. “El FBI ha tenido evidencia real de viajeros en él tiempo, pero se lo ocultan a la sociedad”, comentará otra persona, tal vez más conspiranoica. O simplemente “¡No!, eso no es posible”, dirá un incrédulo. Pues sí, yo sí creo en los viajes en el tiempo, puedes pensar que lo que voy a documentar aquí es algo incongruente, sin embargo, me sucedió. Era un domingo de junio, y acompañé a mi papá a una reunión que tendría con su tío en un Toks. Acostumbraban a reunirse una vez al mes para hablar de política y economía, o de ciencia y tecnología; el tema siempre variaba, pero, nunca les faltaba de qué hablar. Eran las dos de la tarde cuando llegamos al lugar, y al terminar de comer la mesera nos preguntó que si queríamos una taza de café, los tres accedimos. Mi papá y mi tío abuelo comenzaron a hablar de Felipe Calderón y de su forma poco ortodoxa de resolver los problemas contra el crimen organizado, yo los escuchaba atento. Mi taza de café se terminó, y le solicité a la mesera que, si la podía rellenar. El tema llegó a su punto cumbre, el problema del narco estaba hipotéticamente solucionado, y para entonces me había terminado otras tres tazas de café. La plática continuó a la misma velocidad que las tazas de café se iban terminando. George W. Bush y la invasión de las tropas estadounidenses habían llegado a medio oriente. Una taza se terminaba, y un segundo después la mesera pasaba cargando la cafetera y la volvía a rellenar. Las dos de la tarde se convirtieron con velocidad en las siete de la noche, estaba al tanto de eso, porque mi lugar quedaba justo enfrente del reloj y había visto cada movimiento de manecillas entre hora y hora. Los temas dispuestos abarcaron en su totalidad lo que bien pudo haber sido el almanaque mundial del dos mil seis, y la mesera había ido a nuestra mesa tantas veces como paginas podría tener ese almanaque. Fue entonces que ocurrió. Una taza de café produce en el cuerpo una sensación de bienestar, además de tener antioxidantes, vitamina C, y de generar un poco de lucidez extra gracias a la cafeína, esto puede ayudar a concentrarse a la hora de pensar, leer y escribir. Pero el efecto se multiplica progresivamente por cada taza de café que tomes, y si en tú torrente sanguíneo hay cinco miligramos de cafeína, por cada centímetro cubico de sangre, suceden cosas inesperadas en el cuerpo. Me recosté un momento sobre el respaldo del asiento, cerré los ojos, y comencé a dormitar, no fue mucho tiempo, tal vez solo cinco minutos. Al escuchar que habían pedido la cuenta y estábamos por irnos, abrí los ojos para incorporarme, pero el mundo era diferente a lo que fue cinco minutos antes. Lo primero que hice fue voltear a ver el reloj, eran las cuatro de la tarde, y mi papá y mi tío abuelo estaban terminando de hablar de la guerra contra el narco por parte de Felipe Calderón. Un déjà vu siempre produce una sensación extraña, pero ¿Es posible tener un torrente de déjà vu ´s y que supiera exactamente lo que iba a suceder en las próximas tres horas?

Ese día jugaban Alemania vs Argentina un partido de cuartos de final para la copa mundial de ese año. Estaba seguro de que ya lo había visto, y recordaba que antes de que terminara el segundo tiempo, Alemania metía el gol del empate y posteriormente ganaban en penales, pero en ese momento, el partido tenía escasos minutos de haber empezado, y el marcador empatado a ceros, sin embargo, no solo era eso, todas las cosas empezaron a ser una reproducción exacta del tiempo que ya había vivido. Mi tío abuelo levantó la mano para llamar la atención de la mesera, “Una malteada de fresa” gesticulé con los labios “Una malteada de fresa” dijo él, “Claro, ¿Con crema batida?” Pensé “Claro, ¿Con crema batida?” dijo ella, en la mesa subsecuente un hombre comía solo, su celular estaba a punto de sonar “¡Hola Don Rubén! ¿Cómo le va?” dije en voz alta, el celular del hombre sonó de repente, “¡Hola Don Rubén! ¿Cómo le va?” dijo él un segundo después. Mi papá se me quedó viendo extrañado. Era raro, todo era muy raro, me paré para ir al baño a mojarme la cara, y al regresar le pedí a la mesera un vaso de agua. El tiempo se había regresado tres horas, estaba completamente despierto, y todo lo que estaba sucediendo era igual de real que la primera vez, mi día de repente tenía tres horas más, y al no poder escapar, ni acelerar ese flujo irregular del tiempo, me limité a vivir lo mismo por segunda vez. Aún hoy me queda la duda de sí viajé al pasado y me extravié en este tiempo, o sí viví una visualización del futuro y no supe aprovechar la inesperada victoria de Alemania.


Tuesday, May 19, 2020

¿Es una cara? ¡No! ¿Es una pizza? ¡No! Es...

Al principio pensé en contar historias salteadas,  simplemente contar la historia y ya, pero después de pensarlo un rato decidí que lo mejor es contar todo en orden cronológico, y así será más fácil para todos entender la secuencia. 

Había pasado alrededor de un mes desde que conseguí el primer disco de Molotov, lo ponía todos los días al llegar de la escuela, y mientras lo escuchaba me sentía lleno de energía con cada canción. No sabía tocar ningún instrumento, y hacía el movimiento invisible de tocar la batería o a veces el de pisar acordes en la guitarra. Se me hacía curioso como la música me ayudaba a relajarme, y en otras ocasiones y con algunas pistas (Con la de Mátate tete), como  se me aceleraba el corazón y como la sangre me circulaba con más velocidad durante los cuatro minutos que duraba la canción. Era una sensación extraña, similar a la de bajar una colina empinada a gran velocidad arriba de una bicicleta. Emoción, es la palabra ideal.

En ese tiempo mis compañeros de la Univer dejaron de ser unos desconocidos, y comenzamos a ser amigos, aunque algunos, como suele pasar, se quedaron por siempre en la etapa de desconocidos. La escuela estaba en el centro de Zapopan, y la mayoría vivíamos por los alrededores, así que era común regresar caminando en un grupo de más de cinco personas. A la mitad del camino estaba una plaza (que ahora está en ruinas) en la que únicamente había una sucursal del Pollo Pepe, y un billar bar que se llamaba Wine Pool (haciendo referencia al oso amarillo de Disney Winnie Pooh pero de una forma más alcohólica y viciosa). 

Uno de esos días, en los que nos juntábamos varios para caminar hasta la parada del camión, un compañero, motivado por el hecho de que éramos tres hombres y dos mujeres, dijo:

-¿Traen prisa? ¿Les late si vamos un rato a jugar al billar?

Astrid y Karina se voltearon a ver.

-Pues tengo que estar en mi casa a las cinco de la tarde, tengo tiempo -dijo Astrid-. Pero voy solo si Karina va. No es que dude de ustedes, pero es mejor ir con otra chica.

Karina pensó un momento.

-Pues yo voy, pero solo si tú pagas mi cuenta. -Le dijo y apunto a Juan, al que se le había ocurrido la idea de ir.

-¡Arre me late!- dije sin poner ningún requisito de por medio.

-Yo voy. Pero solo si tú pagas mi cuenta. -dijo Miguel imitando a Karina, y también apuntó a Juan.

-¿Y tú qué cabrón? ¡Tus nalgas no me interesan!- Todos se sorprendieron.

-No wey, no lo digo por eso. Es porque no traigo dinero.

-¡Ah! -dos segundos después, suspiró Karina ofendida- ¿Ósea que las mías si te interesan?

Juan ya no supo que decir, y cambio de tema.

-Ponen buena música, y las cheves están en catorce pesos. No se diga más.

Cruzamos la calle y caminamos hacía el billar. En el corto trayecto de atravesar la calle, Astrid y Karina venían riéndose de lo que había dicho Juan, y al pasar por la parada del camión más cercana, en forma de broma las dos le dijeron a toda la gente que esperaba el camión.

-¡Tengan cuidado, porque a Juan le interesan las nalgas!- La gente no supo cómo reaccionar a eso, y se nos quedó viendo raro.

Cuando llegamos al billar, incluso antes de entrar, se hizo muy notorio el aroma de la cerveza, además del olor a cigarro impregnado en las paredes. El local estaba vacío, siendo el cantinero el único ente de todo el lugar, ya que abrían desde temprano para surtir los insumos y limpiar, pero ya en la noche era cuando realmente se llenaba. 

-¿Van a jugar?- Preguntó el cantinero y le contestamos que sí. Nos dio la caja con bolas y tiza, y nos acomodamos en la mesa de en medio, que era la que se veía en mejores condiciones. 

Hicimos equipos de dos contra dos, y decidimos que el quinto jugaría en el siguiente partido. Le pedimos al cantinero botana y una cubeta con doce cervezas. Y sin más contratiempos comenzamos, nadie sabía jugar bien, por lo que el juego era dinámico y muy parejo, así que alguien podía hacer un tiro épico en una partida, y al siguiente meter la bola negra en el primer turno. Todo podía pasar.

Se terminó la primera cubeta, y pedimos otra, era la primera vez que tomaba tanta cerveza, me sentía alegre, feliz, capaz de hacer cualquier cosa, pero al mismo tiempo me sentía un poco aturdido y desorientado, por futuras referencias puedo decir que en realidad no era nada grave.

El billar tenía una rockola con música muy variada que cada cierto tiempo se activaba en automático y reproducía una de sus canciones, aunque la mayoría eran de algún conjunto musical, o de norteño. Era el turno de Juan de ser el quinto jugador, así que mientras el resto jugaba la partida, él se levantó, fue hacía la rockola, buscó canciones por diez minutos, y después regresó a la banca con una gran sonrisa.

-¿Vas a poner canciones?- le preguntó Miguel.

- Pues si pendejo, ¿A que va uno a la rockola? ¿A pedir jamón? Tú nomas perate, puse unas bien vergas. ¡Oye Karina!

-¿Qué quieres?- respondió ella. 

-¡La siguiente canción es para ti! -ella sonrió, y se sonrojó un poco- Para que la escuches bien eh.

Se terminó la canción anterior, y entonces continuaron las que puso Juan. Por un momento se escuchó silencio, luego surgió un tenue redoble en la batería, la guitarra hizo los primeros acordes, y finalmente inició la voz principal diciendo:

"¿Es una cara? ¡No! ¿Es una pizza? ¡No! Es la señorita cara de pizza... Karina y Astrid dejaron de jugar para ponerle atención a la letra. Juan a su vez, se paró y se puso a cantar a un costado de Karina. 

-...Quiero estirarle sus cachetes de queso -cantaba Juan mientras veía a Karina a los ojos-. En su boquita de pimiento yo quiero darle un beso... Señorita cara de pizza... 

Trate de poner atención en todo lo que decía, pero había partes que no lograba entender, aun así me gustó lo que acababa de escuchar. 

-¡Iugg! -dijo sinceramente Karina cuando se terminó la canción- ¿Que rayos fue eso? ¿Estás loco o qué?

-Calma morra -contestó Juan-, es figurativa, no es tan literal. En el fondo solo habla de que le gusta la chava. 

-¿Y si le gusta la chava porque no le dice simplemente eso, en lugar de decirle que parece pizza?

-No sé -Juan se río-. Pues tal vez estaban marihuanos cuando escribieron esa letra, que se yo.

-¿Entonces te gusto?- preguntó Karina. 

-Pues sí, la neta.

-¿Y porque dices que parezco pizza?

 La conversación era confusa, pero al mismo tiempo muy divertida.

-Ya pues -agregó Juan- olvídalo, luego busco una canción mejor.

-¡Si he! Te lo agradecería, si quieres luego te paso unos tips de música más romántica.

 

La confesión de amor de Juan fue un fracaso, pese a eso, sin buscarlo se había instaurado la rutina de ir a jugar billar cada viernes al salir de clases. Casi siempre éramos los mismos cinco, aunque a veces cambiaban las personas que asistían, pero aun con todos los cambios, desde la segunda vez que fuimos a jugar, como decreto no oficial de nuestro grupo, poníamos la canción de Cara de pizza y la cantábamos entre todos.

 Al principio era raro cantarla, pero mientras más la escuchábamos menos idiota nos parecía la letra. 


Friday, May 15, 2020

La ruina (Cuento)

No me siento bien, he comenzado a ver todo borroso, aunque no recuerdo si antes de todo esto realmente veía bien. Ha pasado tanto tiempo desde que surgió eso de la pandemia de la gripe, que no sé si es real, o todo es una historia que mi dañada mente se inventó para mantenerme aislado de los demás.

Los espejos, junto con mi reflejo, fueron lo primero en desaparecer, los chatarreros comenzaron a pasar todo lo días, y la famosa frase de “Se compran colchones viejos, botellas vacías y baterías de carro” Lo cambiaron repentinamente por “Se compran espejos, vasos de vidrio, pedazos de cristal viejos que tenga arrumbados” Ya que por el momento no había ninguna otra forma de conseguir ingresos, me pareció razonable que los colchones ya no tuvieran mercado, así que poco a poco, me desprendí de todo eso, un vaso a la vez, o un pedazo de ventana por día, y continuo de esa manera hasta finalmente, todos los cubiertos cromados, y cualquier cosa que tuviera la capacidad de producir un reflejo, se fue con los entes extraños que manipulaban la camioneta de la chatarra. Estuvo bien creo, me dieron suficiente dinero para comprar un kilo de manzanas y un costal de habas. Por comida no iba a sufrir por un buen rato.

Pasaron unos días, tal vez un poco más de solo unos días, y una mañana me levante por la potencia de los rayos del sol sobre mis parpados. A lo lejos se escuchaba la camioneta chatarrera, era justo lo que necesitaba, porque el dinero y las provisiones se me habían terminado, habían prolongado la frecuencia con la que pasaban por mi calle, al principio pasaban cada tres días, luego cinco, después siete, diez, y con ese ritmo llegaron a pasar cada veinte días. No sé si fue estrategia de marketing, pero los vecinos se amontonaban para vender sus cosas. Después de todo era la única forma de ingreso para todos. Cerré los ojos para escuchar con atención la grabación con voz aguardentosa que siempre utilizaban.

“Se compran calculadoras con y sin pila, se compran diccionarios, se compran plumas azules, se compran calendarios que no sean bisiestos. Mande a la niña, mande al niño, háganos una seña seño, y nosotros nos acercamos a su casa. Se compran calculadoras…”

Tenía algunas calculadoras algo viejas de mis tiempos de oficina, por fin había llegado su momento de brillar. Las busque con prisa porque la camioneta solía avanzar muy rápido, y cuando finalmente las encontré, salí corriendo a la calle.

            -¡Hey la camioneta de la chatarra! –Les grité con fuerza, apenas unos segundos atrás había escuchado que pasaron por mi casa y ya tenían dos cuadras de ventaja- ¡Tengo dos calculadoras!

Se detuvieron y se quedaron esperándome en su lugar. Cuando llegué, bajó un señor con sombrero de paja, pero el sol era tan intenso que no logré verla la cara.

            -Tiene suerte –me dijo-. Ya casi nos íbamos. Ya no frecuentamos mucho esta colonia porque ya no hay mucho que comprar aquí. ¿Qué es lo que dice que trae?

            -Son dos calculadoras –le dije y se las mostré- una de oficina sin pila, y una científica con pila.

El hombre las analizo por un rato.

            -Le puedo dar cuarenta por las dos. ¿Le interesa?

            -Sí sí, claro –repliqué- Lo que me pueda dar. Sé que son viejas.

Me dio el dinero, y sin decir más continúo avanzando por la avenida. Al regresar a mi casa me percate de que una de mis vecinas, una señora de edad entrada, lloraba desconsolada a la altura del machuelo amarillo de la banqueta.

            -¿Qué le ha pasado?- Pregunté con reserva.

            -¡Estoy desesperada! No me queda dinero, y los de la camioneta no me quisieron comprar mi vajilla de porcelana que disque porque no tiene ningún valor en este momento.

Yo tampoco tenía dinero, salvo los cuarenta que me dieron por mis calculadoras. Dude un rato, después de pensar un poco le dije:

            -Yo he vendido dos calculadoras, le puedo dar diez de lo que me dieron.

            -¡No joven! Pero diez de que me sirven. ¿No tendrá mínimo unos treinta?

            -No –le di los diez-. Esto le puede servir para lo mismo que a mí me serviría. Es todo lo que le puedo dar.

            -¡Desgraciado! ¡Desalmado! ¡Sin corazón! Como tiene el valor para burlarse de una pobre vieja como yo.

Me agache y recogí el billete que le había dejado.

            -Me retracto, no tengo nada para darle.

            -Maldito, diablo, abusador, hombre horrendo, desgraciado sin alma.

Me fui, y la deje hablando sola, no sé qué pasó con ella, no volví a escuchar sus quejidos.

Con lo que me dieron los de la chatarra pude comprar bastante alfalfa, que de todos modos era para lo único que me alcanzaba, las manzanas costaban sesenta, y el costal de arroz doscientos. Ya con comida suficiente, me quedé tranquilo por unos días, tenía algo para quitarme el hambre, y el filtro de mi llave de paso funcionaba bastante bien.

Dormí, y desperté, y volví a dormir, los días pasaban y a veces comía, pero no siempre dormía. Deje de hacer cosas por tanto tiempo, que olvidé como se hacían, hasta que llegó el punto en el que no estaba seguro si fui un oficinista, o en sueños alguna vez imagine que era un oficinista.

Pasaron más de veinte días, y la camioneta chatarrera no pasaba por la calle,  tenía suficiente alfalfa pero lo mejor era empezar a racionar las porciones por si tardaban tiempo en pasar. Continuo pasando el tiempo, olvidé como era mi voz, y el aspecto que alguna vez tuve. Me quedaba solo una ración de comida, y pensaba comerla después de dos días de ayuno, cuando a lo lejos, escuché el sonido de la camioneta y me puse eufórico porque tendría algo más que vender, y eso simbolizaba tener más comida. Cerré los ojos, y traté de agudizar mí oído lo más que pude.

“Se compran calendarios de mil novecientos setenta, se compran motores diesel, se compran arboles de duraznos, se compra el sentido del gusto, se compra el sentido de la vista, se compran corcho latas rojas. Seño la camioneta llegó, mande al niño, mande a la niña, aquí le compramos de todo. Se compran calendarios…”

Si, aun tenía mis cinco sentidos, tal vez no intactos, pero aun funcionaban bien, algo me podrían dar si vendía todos ellos. Salí corriendo para evitar que la camioneta desapareciera por la avenida.

            -¡Hey! –les grité- ¡La camioneta de la chatarra!

Vi con alegría que la camioneta se detuvo y me esperó. Bajó el mismo señor de las veces anteriores. Esta vez no había sol intenso, pero tampoco pude verle la cara.

            -¡Ah es usted! –Me dijo él señor con palabras un poco amigables- Me cae bien, es nuestro mejor cliente de esta zona, siempre tiene algo que vender. Y dígame, ¿Qué nos venderá el día de hoy?

            -A mí –el chatarrero se sorprendió-. He escuchado que compran el sentido del gusto, y el sentido de la vista. Y pensé que probablemente también comprarían los otros tres.

El hombre lo dudo un poco.

            -¿Y todos están en buenas condiciones?

            -Veo borroso, pero eso es porque antes usaba lentes, los otros cuatro están intactos.

            -Muy bien, en ese caso le puedo dar trescientas monedas por todos. ¿Le parece bien?- Asentí con un movimiento ascendente de cabeza. El hombre me dio las monedas y se volvió a subir a su camioneta

            -Pero… -dude- ¿Ya se va? ¿Cómo se los va a llevar?

            -No te preocupes –me dijo- esos se recogen de una forma diferente.

Encendió la marcha de su camioneta, y se perdió en la avenida.

Esa fue la última vez que lo vi.


Thursday, May 14, 2020

¿Y dónde jugarán las niñas?

En la secundaria nunca fui él más popular, ni él más amiguero, ni nadie sobresaliente por alguna cualidad especial. Solo era el serio, o el callado, porque no tenía nada que comentar ni esperaba que alguien me dijera algo. En pocas palabras, estaba deprimido, y me la pasaba pateando botes por la banqueta silenciosa, digo silenciosa, porque en la secundaria no escuchaba música que me acompañara en las penas o alegrías, y antes del primer semestre de prepa, apenas y conocía una que otra banda, así que no tenía una canción favorita, o una canción que no tolerara, en fin, una canción que me hiciera sentir cualquier cosa. 

Porque de eso se trata la música, de sentir la melodía y el estado de animo de la banda.

Ahora es común en todas las personas tener su propio soundtrack para cada momento y situación de la vida (situación de la que spotify supo aprovechar) y es por eso que surgieron las perronas pa´ trapear, las de cajón para las fiestas, el mix de Chente con José José, para cortarse las venas y sabe que tanto más.

 El primer día en la Univer, después de salir de clases, fui a perder el tiempo a Plaza Patria, donde lo único bueno que había en ese entonces eran las nieves Bing, y Mr. Cd. Después de terminar de comer, me di una vuelta por la plaza, y fue cuando me encontré un compañero de mi nuevo salón. Él me reconoció y me habló.

-¡Qué onda compa!-me saludó- ¿Estás conmigo en la Univer verdad?

-Si -le conteste-, también te reconocí.

-¡Ajas! Soy Miguel. ¿Y tú eres...?

-Maurilio -le respondí.

-Ah sí... si, lo olvide. ¿Y qué? ¿Qué andas haciendo por acá?

-Pues nada especial, estaba aburrido y solo vine a comer.

-Ajas..., ¿Y qué? ¿Te vas a quedar ahí o qué? Sí solo vas a estar de calienta bancas mejor caile, estoy haciendo tiempo en lo que llega mi mamá.

-Órale -le dije- ¿Pero qué vamos a hacer? 

-Vamos un rato a escuchar música a Mr. Cd. 

Sabía que vendían discos, pero no sabía que se podía escuchar música.

-¿Apoco se puede?

-Sí, ¿Pues si no es a eso a que más vienes a Plaza Patria?

-Simón, vamos.

Llegamos al Mr. Cd, y me sorprendí por la gran cantidad de discos diferentes y de instrumentos musicales que tenían. Más de 20 muebles, y todos atiborrados de cajas con cd´s. Pasee un rato por los pasillos, levantando ocasionalmente los discos que por la portada o el nombre llamarán mi atención. Y después de recorrer el área de música clásica, tribal, percusiones, 80´s, y 90´s, me detuve en el área de Rock en español, a simple vista las portadas no eran una foto de la cara del músico o vocalista, y tenían imágenes mucho más provocativas o extravagantes que los otros discos. Además, los nombres de las bandas eran ofensivos, provocativos, o incongruentes, así que indudablemente llamaron mi atención. Tomé uno de esos discos para ver la portada, y leer el anverso. La banda se llamaba "Genitallica" y el logo del grupo era una flecha con la forma de un pene. Me reí de pensar en lo que podía cantar una banda con ese nombre, y lo regresé a su lugar (En ese momento no lo imaginaba, pero he ido a verlos yo creo que nueve veces en vivo). Caminé un poco más, y cuando llegué a las bandas con M, otra vez me detuve en seco y agarré el disco que llamó mi atención. La portada era totalmente inapropiada, y hasta se podría decir que vulgar. Solo se podían ver las piernas de una colegiala sentada sobre el asiento trasero de un auto con las bragas a medio quitar. Wow, en ese momento fue una gran sorpresa ver eso en una portada a la vista de todos. "Molotov", decía que se llamaba la banda. Gire el disco y vi la imagen del anverso, los cuatro miembros de la banda sentados en una estética leyendo revistas y pasándola bien, y a comparación de todos los otros discos que había visto hasta entonces, se veían contentos con lo que hacían, además de que era evidente que no les interesaba lo que alguien pensará de ellos. "Molotov" pensé, me gusta como suena. En ese momento el vendedor de la tienda se me acercó, y me dijo:

-Son una gran banda -me le quedé viendo a él, y luego a la caja que traía en las manos-, en caso de que te interese, ese disco ahora está en punto rojo.

-¿Y qué es el punto rojo?- le pregunté.

-Que te lo puedes llevar gratis en la compra de cualquier otro disco con precio mayor a doscientos pesos. 

No tenía ni un peso, así que la promoción en poco me beneficiaba. De repente llegó Miguel al pasillo, ya se me había olvidado que él estaba ahí.

-¿Qué onda, vas a comprar algún disco o qué?

-No pos no -no me pesaba, porque aún no los escuchaba tocar-. No tengo dinero.

-Ni pex -contestó.

-¿Tú si vas a comprar algo?

-Sí, creo que este grupo le gusta a mi hermana, y no le di nada en su cumpleaños- Me mostró un disco de La factoría, y me fije que costaba más de doscientos pesos, era una inesperada buena oportunidad.

-Oye Miguel ¿Me harías un paro?

-¡Ajas! ¿Qué? o ¿Cómo está la onda?

-Está fácil, el vendedor me dijo que en la compra de un cd, de más de doscientos pesos, este iba de regalo.- Le mostré el disco de Molotov.

-¿Dónde jugarán las niñas? ¿Y esto qué?

-Pues es una banda de aquí de México.

-¿Pero a poco te lo regalan? ¡Arre!, pues si no tengo que pagar ni un peso más de lo que voy a pagar por este disco, no hay pex.

 

Pagó su disco, marcaron el otro, y le desactivaron la alarma.

-Nomas dame cada uno en una bolsa diferente. -Le dijo Miguel al cajero, y le dieron una bolsa a él, y otra a mí. De repente sentí unas ansias encabronadas de llegar a mi casa y escucharlo. Nunca había escuchado un disco completo, y ahora tenía un disco original.

Y así fue como todo el disco se convirtió en mi primer soundtrack, y de como Gimme the power y Voto latino se convirtieron en las primeras dos canciones que me aprendí de memoria.


Wednesday, May 13, 2020

¿Porque este blog tiene un nombre tan extraño?

Hola lector ocasional, tú, que dejaste inconclusa la actividad que estabas haciendo por venir a leer en este blog. Antes de seguir leyendo, tal vez te preguntes, ¿Qué puedo encontrar en este lugar que sea de interés para mí? Pues la respuesta a eso es "Relatos". ¡Sí! relatos, en su mayoría, pero también encontraras cuentos y textos de ficción, y tal vez algún ensayo, y algunas fotos. Los textos serán de todo lo que he escrito con el objetivo de participar en algún concurso literario (De los cuales no he ganado ninguno) y como ya están escritos y ya existen en este plano universal, pues lo mejor es compartirlos para que se puedan leer, algunos son cómicos, otros son de terror o suspenso, y otros son desastres de la naturaleza que deberían estar guardados en una caja fuerte en el fondo del mar, sin embargo, aun sabiendo que son malos, les he dado una oportunidad y también los subiré a este blog.

Aún quedan dos incógnitas por resolver y explicar, ¿Porque le puse ese nombre al blog? y ¿De que serán esos relatos de los que tanto hablo? Las respuestas están conectadas.

Hay gente que ha viajado por todo el mundo, y después de maravillarse con tierras lejanas y de convivir con personas interesantes por mucho tiempo (Como Bilbo Bolsón después de hacer su viajecito por toda tierra media), deciden encerrarse en su casa y escribir sus inmensas memorias en una autobiografía llena de magia y colores. Pues la verdad yo nunca he salido de México, y mis viajes con google earth no aplican para escribir un diario de viajero, ni tampoco conozco al 100% el territorio de este país, porque solo he estado en 12 de los 32 estados, así que no puedo decir que soy un viajero errante. Lo único constante que he estado haciendo este tiempo, es escuchar música, tomar cerveza (Aunque de momento por situaciones diversas no he tomado alcohol en 8 meses) y asistir a una gran cantidad de conciertos. Por lo que los relatos que escribiré para este blog tendrán como temáticas mis experiencias con la música, el alcohol y los conciertos. Espero que sea de tú interés, porque en es la mitad de mi vida.     


Monday, May 11, 2020

El inicio dentro del inicio. Mi primer disco de metal.

Mientras escribo estás primeras palabras del Blog, estoy escuchando el disco "Follow de reaper" de Children of bodom. Es un disco que me gusta bastante, y al que no le encuentro ningún track malo. Este disco tiene casi 20 de años de haber sido lanzado, y sus canciones siguen siendo tan frescas y melódicas como si lo hubieran estrenado este año. Pero el punto principal de mencionarlo no es hacer un análisis de el, al menos no en este primer post. Lo interesante es que fue el primer disco de metal que escuché, y con el que me dije "Wow, que bien suena esto" La pregunta es... ¿Como fue que llegó este disco hasta mi?
La respuesta es un poco larga:
Recuerdo que cuando estaba en la secundaría, escuchaba canciones aisladas de rock en inglés de grupos como Limb Bizquit o Korn, digo aisladas porque no tenía los discos, y solo las escuchaba cuando iba de visita a la casa de algún pariente o amigo que tuviera cable, y que sintonizarán Mtv, la música sonaba bien, pero por dos canciones no puedes decir sí te gusta una banda, así que cuando alguien me preguntaba ¿Que música te gusta? o ¿Que bandas escuchas?, no sabía que decir, y respondía "Paulina Rubio y Ricardo Arjona" (No esta mal escucharlos, solo que ahorita me da risa jajajajajajaja) por la simple razón de que en mi casa mi mamá escuchaba el radio, y las canciones de ellos dos eran las que mas ponían. Después de algunas veces de dar esa respuesta y de que me dijeran "esa es música de señoras", prefería decir que no escuchaba música.
Al salir de la secundaria entre a una prepa de la Univer, y mis nuevos compañeros escuchaban rock en español y reague, así que con ellos fue que descubrí la existencia de la mayoría de bandas del rock mexicano, como Molotov, Panda y Control machete, bandas de las que me agrada bastante su estilo musical, y que ahora con orgullo puedo decir que me gustan. Hubo algunos cambios inesperados, y al cuarto semestre me salí de esa escuela, para cambiarme a un colegio de monjas, en el que cabe decir que terminé la prepa. 
Pues bien, para el cuarto semestre los salones ya están divididos en grupos, y cualquier nuevo que entre, tiene que permanecer un tiempo en observación hasta que alguna tribu interna te admite en su selecto grupo. Pasaron unos meses, y me di cuenta que en mi salón había tres personajes que no eran de ninguna tribu, y que permanecían resegados igual que yo. Un grafitero que siempre dibujaba placas, un punk con mohicana verde y aretes en las orejas, y un metalero alto con el pelo largo hasta media espalda. Sin duda los tres son personajes que no entran bien en la ideología de un colegio de monjas y por alguna razón, ellos y yo formamos nuestra propia tribu. Cada uno escuchaba música muy diferente a la convencional, y grupos que para nada había escuchado ni tampoco tenía idea de que existieran. Braca. él grafitero me presto un disco de Cypress Hill y días después Julian, él punqueto me presto un disco de SKA-P. Los dos discos me gustaron bastante, y las dos bandas siguen siendo de lo mejor que he escuchado.
Un día estábamos en clase de religión, el maestro nos puso un disco en el que varias monjas cantaban el evangelio y otros rezos,  nadie le prestaba atención ni tenía ganas de cantar.
Fue entonces que Jhonstone, el metalero, me dijo:
-Wey ¿Quieres escuchar música de verdad?- y me pasó uno de sus audífonos.
-¡No mames cabrón! A nadie le gusta tú música de gritos satánicos -le dijo Braca jugando- No corrompas a una pobre alma.
-¡Tú cállate baboso! Que vas a saber tú de música buena, si escuchas a puro negro marihuano.
-Bueno, tú sabes -me advirtió Braca-. Pero antes teníamos un compañero que se llamaba Tony. Y así como ahorita, este bato le puso una de sus canciones satánicas, y ahora él Tony esta en el bote por romper los vidrios de la iglesia que estaba por su casa. (Después supe que esa historia fue verdad)
-No hay pex- Le respondí a Braca, y agarré el auricular que me prestaba Jhonstone. 
Bodom after midnigth era la canción que estaba en ese momento, Cuando el maestro se dio cuenta, nos castigo a los dos y nos sacó del salón. 
Al salir ese día de la escuela se lo pedí prestado, y ya en mi casa escuché el disco entero sin distraerme y escuchando con atención cada sonido.
Realmente es una eminencia de disco.